En
este cuarto reto, la pregunta que se nos formula creo que es esencial, el hecho
de invitar a plantearnos qué podemos hacer desde nuestro ámbito profesional
para impulsar la igualdad entre mujeres y hombres. Quién más y quién menos,
todas las personas que estamos haciendo este curso estamos sensibilizadas
acerca de la importancia que tiene esta gran meta de alcanzar la igualdad
plena, igualdad que, como vimos en el primer módulo está lejos de ser una
realidad, incluso es un tanto descorazonador comprobar como para el Foro Económico
Mundial marcan su consecución para dentro de ¡unos 170 años! ¡para el 2186!
Y
digo que estamos sensibilizadas básicamente porque si estamos haciendo este
curso es que algo sucede en nuestro interior que nos lleva a hacerlo. Pero,
claro, una cosa es hacer el curso y otra dar un paso hacia delante desde tu
puesto de trabajo para impulsar la ansiada igualdad. Es la muchas veces
mencionada dificultad del salto de la idea, de ese “sentir”, a la acción. Cómo
dar pasos para romper las inercias en el marco de la desigualdad en nuestro
entorno próximo.
Por
mi parte, como ya os he ido contando, trabajo desde hace poco más de dos años
en la Diputación de Valladolid como educadora de adultos. Antes he trabajado
durante unos cuantos años como educadora ambiental y dinamizadora de procesos
de participación ambiental, de forma autónoma (un cambio importante, en todos
los sentidos). Siempre he pensado, y he tratado de ser consecuente con ello,
que querer avanzar hacia un planeta más saludable y equilibrado no tiene únicamente
una dimensión ambiental, sino que la dimensión social es igual de relevante: las
desigualdades, en sentido amplio, tienen mucho que ver… La ONU nos lo recuerda
desde hace unos años (2015) con los ODS, aunque desde antes que nos lo dijeran
las Naciones Unidas era evidente que las conexiones eran y son muy estrechas. La
manera en que las personas nos desplazamos de un lugar a otro, por ejemplo,
tiene una elevada connotación/repercusión no solo ambiental sino también de
género, como vimos en el aplaudido vídeo sueco. Y la única manera de avanzar
hacia ese 2186 y hacia el control del incremento de la temperatura media sin
que se nos desmande más allá de 2 grados y hacia el fin de la pobreza
y hacia una educación universal… es con políticas públicas, sí, pero también
desde el compromiso individual.
Por
esa razón, cuando me llegó la información sobre este curso del INAP me inscribí en él. Porque creo que la formación es necesaria, si queremos
actuar es necesario conocer la dimensión exacta del problema, la situación en
la que, con respecto a esa igualdad entre mujeres y hombres, se encuentra
nuestro país, nuestro continente, nuestro mundo, las diferencias entre
conceptos clave como género y sexo, la normativa, las actuaciones desde las
políticas públicas, la historia del feminismo, la historia casi siempre oculta
de las mujeres, etc. Y a todo ello nos estamos aproximando en este gran curso,
que nos abre los ojos para “no hacer lo
mismo que siempre se ha hecho”.
En
segundo lugar, creo que además de seguir formándome, informándome, una vez
finalizado el curso, continuando con la lectura de la ingente cantidad de
buenos recursos que nos estáis proporcionando (¡gracias!), tendré que dar un
paso hacia adelante, mostrando una mayor
implicación personal en todo lo concerniente a la igualdad, no solo en mi
ámbito profesional sino también en el personal. Siempre he tratado de actuar en
favor de la igualdad, pero ahora tengo más madurada su dimensión, su alcance,
sus claves y espero que eso me haga estar más alerta y me ayude a ser una agente activa por la igualdad en todas
mis dimensiones:
·
En mi relación con las compañeras y compañeros de Diputación utilizando
el lenguaje inclusivo, planteando interrogantes para favorecer reflexiones,
ligando con ejemplos nuestro trabajo con el VI Plan de
Igualdad que
tiene nuestra entidad local, etc.
·
En mi relación con el alumnado: continuando con la labor de hacer herstory con todos los
medios a mi alcance, utilizando el lenguaje inclusivo, clarificando
conceptos (eso de que el feminismo no es un antónimo del machismo ¡no sé
cuántas veces lo he contado!... y habrá que seguir contándolo), planteando
interrogantes, etc.
·
En mi relación con la programación educativa, incluyendo la perspectiva
de género en todas sus fases y valorando el impacto de la misma.
·
En mi relación con las contrataciones: aquí tengo poco margen porque
pocas son las contrataciones que hago, pero, sea como sea, tenerlo presente.
·
En transversal: Desarrollo del Plan de Igualdad en mi entorno y comunicación
de las acciones al servicio correspondiente porque percibo poca transversalidad
en ese sentido, más bien una excesiva compartimentalización.
En definitiva, me voy a calar las gafas violeta
para todo, que, además, sientan muy bien.