viernes, 26 de junio de 2020

¿Qué puedo hacer yo?


En este cuarto reto, la pregunta que se nos formula creo que es esencial, el hecho de invitar a plantearnos qué podemos hacer desde nuestro ámbito profesional para impulsar la igualdad entre mujeres y hombres. Quién más y quién menos, todas las personas que estamos haciendo este curso estamos sensibilizadas acerca de la importancia que tiene esta gran meta de alcanzar la igualdad plena, igualdad que, como vimos en el primer módulo está lejos de ser una realidad, incluso es un tanto descorazonador comprobar como para el Foro Económico Mundial marcan su consecución para dentro de ¡unos 170 años! ¡para el 2186!

Y digo que estamos sensibilizadas básicamente porque si estamos haciendo este curso es que algo sucede en nuestro interior que nos lleva a hacerlo. Pero, claro, una cosa es hacer el curso y otra dar un paso hacia delante desde tu puesto de trabajo para impulsar la ansiada igualdad. Es la muchas veces mencionada dificultad del salto de la idea, de ese “sentir”, a la acción. Cómo dar pasos para romper las inercias en el marco de la desigualdad en nuestro entorno próximo.

Por mi parte, como ya os he ido contando, trabajo desde hace poco más de dos años en la Diputación de Valladolid como educadora de adultos. Antes he trabajado durante unos cuantos años como educadora ambiental y dinamizadora de procesos de participación ambiental, de forma autónoma (un cambio importante, en todos los sentidos). Siempre he pensado, y he tratado de ser consecuente con ello, que querer avanzar hacia un planeta más saludable y equilibrado no tiene únicamente una dimensión ambiental, sino que la dimensión social es igual de relevante: las desigualdades, en sentido amplio, tienen mucho que ver… La ONU nos lo recuerda desde hace unos años (2015) con los ODS, aunque desde antes que nos lo dijeran las Naciones Unidas era evidente que las conexiones eran y son muy estrechas. La manera en que las personas nos desplazamos de un lugar a otro, por ejemplo, tiene una elevada connotación/repercusión no solo ambiental sino también de género, como vimos en el aplaudido vídeo sueco. Y la única manera de avanzar hacia ese 2186 y hacia el control del incremento de la temperatura media sin que se nos desmande más allá de 2 grados y hacia el fin de la pobreza y hacia una educación universal… es con políticas públicas, sí, pero también desde el compromiso individual.

Por esa razón, cuando me llegó la información sobre este curso del INAP me inscribí en él. Porque creo que la formación es necesaria, si queremos actuar es necesario conocer la dimensión exacta del problema, la situación en la que, con respecto a esa igualdad entre mujeres y hombres, se encuentra nuestro país, nuestro continente, nuestro mundo, las diferencias entre conceptos clave como género y sexo, la normativa, las actuaciones desde las políticas públicas, la historia del feminismo, la historia casi siempre oculta de las mujeres, etc. Y a todo ello nos estamos aproximando en este gran curso, que nos abre los ojos para “no hacer lo mismo que siempre se ha hecho”.

En segundo lugar, creo que además de seguir formándome, informándome, una vez finalizado el curso, continuando con la lectura de la ingente cantidad de buenos recursos que nos estáis proporcionando (¡gracias!), tendré que dar un paso hacia adelante, mostrando una mayor implicación personal en todo lo concerniente a la igualdad, no solo en mi ámbito profesional sino también en el personal. Siempre he tratado de actuar en favor de la igualdad, pero ahora tengo más madurada su dimensión, su alcance, sus claves y espero que eso me haga estar más alerta y me ayude a ser una agente activa por la igualdad en todas mis dimensiones:

·        En mi relación con las compañeras y compañeros de Diputación utilizando el lenguaje inclusivo, planteando interrogantes para favorecer reflexiones, ligando con ejemplos nuestro trabajo con el VI Plan de Igualdad que tiene nuestra entidad local, etc.
·        En mi relación con el alumnado: continuando con la labor de hacer  herstory con todos los medios a mi alcance, utilizando el lenguaje inclusivo, clarificando conceptos (eso de que el feminismo no es un antónimo del machismo ¡no sé cuántas veces lo he contado!... y habrá que seguir contándolo), planteando interrogantes, etc.
·        En mi relación con la programación educativa, incluyendo la perspectiva de género en todas sus fases y valorando el impacto de la misma.
·        En mi relación con las contrataciones: aquí tengo poco margen porque pocas son las contrataciones que hago, pero, sea como sea, tenerlo presente.
·        En transversal: Desarrollo del Plan de Igualdad en mi entorno y comunicación de las acciones al servicio correspondiente porque percibo poca transversalidad en ese sentido, más bien una excesiva compartimentalización. 

En definitiva, me voy a calar las gafas violeta para todo, que, además, sientan muy bien.

viernes, 19 de junio de 2020

Aplicando la transversalidad de género en la educación de adultos


Tradicionalmente observamos que la profesión de docente está feminizada. Y en mi caso, el de profesora de Educación de Adultos en el programa de Diputación de Valladolid (Aulas de Cultura), es así: de 23 docentes, 6 son hombres y 17 somos mujeres (26 % frente al 74%).

Así mismo, en el caso del alumnado de la provincia de Valladolid que participa en este programa la feminización es prácticamente absoluta, en concreto, entre mi alumnado un 90 % son mujeres frente a un 10% que son hombres.

Evidentemente esto ya per se es una desigualdad de género, es, como vimos en el primer módulo, un indicador de esa desigualdad, al visibilizar que el entorno de la educación es fundamentalmente femenino.

Hablar de mainstreaming en mi ámbito laboral, entonces, entiendo que se pude hacer desde el ámbito de la gestión, de las políticas públicas autonómicas (con competencias en educación), orientando éstas al fomento del acceso de las mujeres a las ramas de enseñanza con menor representación habitualmente (ciencias, ingeniería, etc.) y, por otro parte, fomentando también el acceso de los hombres a las ramas educativas tradicionalmente ocupadas por mujeres (sanitarias, humanidades…). Con el fin de trabajar a largo plazo en un horizonte de igualdad de género en las ocupaciones profesionales.

También hay que descender al ámbito de la propia corporación local y, en ese sentido, la Diputación de Valladolid cuenta con un Plan de Igualdad en el que uno de los puntos destacados es la transversalidad. 

Pero también entiendo que hablar de mainstreaming en mi ámbito laboral concreto es hablar de educación en sentido estricto, ya que es el entorno en el que me desenvuelvo. 

En ese sentido, lo primero que se me viene a la cabeza es que la educación, por naturaleza, ha de ser crítica e integradora, si no lo fuera, no sería educación.
Así voy a recoger algunos puntos que, considero, sería relevante tener en cuenta a la hora de hacer la programación anual y en la práctica diaria, puntos que, además, enlazan con el objetivo 3.1.7 del Plan de Igualdad de nuestra entidad local (Consolidar, a través de las Aulas de Cultura y Programa de Envejecimiento Activo y Asociaciones de Mujeres del Consejo Provincial de la Mujer, la formación en materia de igualdad, prevención de violencia de género, diversidad, inclusión y educación afectivosexual para perfiles de población adulta) y con el objetivo 3.2.2 (3.2.2 Introducir contenidos sobre igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, visión global de la mujer en el mundo, visión de la mujer rural, responsabilidades familiares, calidad de vida de hombres y mujeres y desarrollo sostenible en los programas y actuaciones realizadas desde el servicio de cultura o planes y programas que trabajen actuaciones formativas y/o culturales con la población del medio rural de la provincia), entre otros:

·         Reflexionar desde la perspectiva de género, en todas las fases del trabajo: diagnóstico de necesidades, planificación de la propuesta anual, desarrollo de la misma, evaluación… 
·         Analizar y reflexionar sobre los motivos y las circunstancias por los que es imposible cubrir el equilibrio de género.
·         Antes de empezar a planificar proyectos participativos, habituales en la programación, analizar el impacto que las actuaciones pueden tener por separado en mujeres y en hombres, en si las necesidades de unos y de otras se van a ver cubiertas y si unos y otras se van a beneficiar y van a poder participar en la misma medida.
·         Trabajar para hacer consciente al alumnado de cómo hombres y mujeres construimos nuestras personalidades en función de nuestro género. Y prestar atención para que las propuestas no desagreguen por tareas o funciones tradicionalmente consideradas “masculinas” o “femeninas”.
·         Utilizar un lenguaje e imágenes no sexistas ni estereotipadas en todo tipo de actuaciones, materiales didácticos, divulgativos…
·         Mantener una visión no sexista de las capacidades y las habilidades del alumnado, sensibilizando y educando en igualdad y en buen trato. Detectar y trabajar las actitudes y comportamientos machistas. Reconocer y valorar la existencia de múltiples identidades de género. Fomentar la valoración de la diversidad. Visibilizar las diferentes preferencias afectivo-sexuales.

martes, 2 de junio de 2020

El transporte de agua en los países en desarrollo y el cambio climático, un ejemplo de desigualdad.

El cambio climático no es solo un problema ambiental, es un problema global con múltiples repercusiones sociales. Nos afecta a todos, hombres y mujeres, pero son las personas más pobres y vulnerables, especialmente mujeres y niñas de los países en desarrollo, las que más sufren estas repercusiones.

Un ejemplo claro, es el agua. ¿Qué sucede cuándo un hogar no tiene agua? ¿Quién se encarga tradicionalmente de ir a recogerla, allá dónde se encuentre? Las mujeres y las niñas y niños. Es un rol de género asignado a las mujeres en estos territorios tan desfavorecidos.

La crisis global provocada por el cambio climático,  debido al incremento de las emisiones de gases con efecto invernadero causado por la humanidad, altera el clima, provocando, entre otros efectos, sequías extremas.  Por eso, cada vez más y más mujeres y niñas se ven obligadas a caminar más distancia y emplear más tiempo en ello, como podemos ver en este gráfico de ONU Mujeres.


Si dedicas más tiempo en ir a por agua, tienes menos tiempo para ti, para educarte, entre otras muchas consecuencias. Es decir tenemos, en este caso, un ejemplo de desigualdad de género con dimensiones educativas, de acceso a los recursos, de salud, etc.

¿Soluciones? Pasarían, entre otras, por la educación, la capacitación de esas mujeres y niñas, por su implicación en la construcción de sociedades más justas y ambientalmente equilibradas. ¿Difícil? Sí, para qué negarlo, pero desde ONU Mujer se están emprendiendo acciones en esta línea.


Foto superior: John Moore. Propiedad de Getty Images.

lunes, 1 de junio de 2020

Mi presentación

Soy Raquel y estoy estrenado mi diario de aprendizaje de este curso. Trabajo desde hace dos años y medio en la Diputación de Valladolid, como profesora del programa de Educación Permanente de Personas Adultas.
Diariamente me acerco a diferentes pueblos de la provincia de Valladolid y desarrollo mis clases en un marco denominado Aulas de Cultura. Mis grupos están formados mayoritariamente por mujeres y, casi todas ellas, mayores de 65 años. El programa  cada año es variado, desde contenidos histórico-artísticos, a literarios, pasando por temas de actualidad... en todos estos contenidos trato de introducir de forma transversal aspectos relacionados con la educación en valores como la igualdad de género y la sostenibilidad.
Dado que mi experiencia profesional previa a la incorporación a esta entidad local estaba relacionada con la educación ambiental, me gustaría enriquecer mi formación en igualdad, porque ahora todo lo que hago lo llevo a cabo de forma intuitiva.
¡Encantada de estar por aquí con todas vosotras! ¡Estoy dispuesta a mojarme en este aprendizaje!