Tradicionalmente
observamos que la profesión de docente está feminizada. Y en mi caso, el de
profesora de Educación de Adultos en el programa de Diputación de Valladolid
(Aulas de Cultura), es así: de 23 docentes, 6 son hombres y 17 somos mujeres
(26 % frente al 74%).
Así
mismo, en el caso del alumnado de la provincia de Valladolid que participa en
este programa la feminización es prácticamente absoluta, en concreto, entre mi
alumnado un 90 % son mujeres frente a un 10% que son hombres.
Evidentemente
esto ya per se es una desigualdad de
género, es, como vimos en el primer módulo, un indicador de esa desigualdad, al
visibilizar que el entorno de la educación es fundamentalmente femenino.
Hablar
de mainstreaming en mi ámbito
laboral, entonces, entiendo que se pude hacer desde el ámbito de la gestión,
de las políticas públicas autonómicas (con competencias en educación),
orientando éstas al fomento del acceso de las mujeres a las ramas de enseñanza
con menor representación habitualmente (ciencias, ingeniería, etc.) y, por otro
parte, fomentando también el acceso de los hombres a las ramas educativas
tradicionalmente ocupadas por mujeres (sanitarias, humanidades…). Con el fin de
trabajar a largo plazo en un horizonte de igualdad de género en las ocupaciones
profesionales.
También
hay que descender al ámbito de la propia corporación local y, en ese sentido,
la Diputación de Valladolid cuenta con un Plan de Igualdad en el que uno de los puntos destacados es la
transversalidad.
Pero
también entiendo que hablar de mainstreaming
en mi ámbito laboral concreto es hablar de educación en sentido estricto,
ya que es el entorno en el que me desenvuelvo.
En ese sentido, lo primero que
se me viene a la cabeza es que la educación, por naturaleza, ha de ser crítica
e integradora, si no lo fuera, no sería educación.
Así
voy a recoger algunos puntos que, considero, sería relevante tener en cuenta a
la hora de hacer la programación anual y en la práctica diaria, puntos que,
además, enlazan con el objetivo 3.1.7
del Plan de Igualdad de nuestra entidad local (Consolidar, a través de las Aulas de Cultura y Programa de
Envejecimiento Activo y Asociaciones de Mujeres del Consejo Provincial de la
Mujer, la formación en materia de igualdad, prevención de violencia de género,
diversidad, inclusión y educación afectivosexual para perfiles de población
adulta) y con el objetivo 3.2.2
(3.2.2 Introducir contenidos sobre
igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, visión global de la mujer en
el mundo, visión de la mujer rural, responsabilidades familiares, calidad de
vida de hombres y mujeres y desarrollo sostenible en los programas y
actuaciones realizadas desde el servicio de cultura o planes y programas que trabajen
actuaciones formativas y/o culturales con la población del medio rural de la
provincia), entre otros:
·
Reflexionar desde la perspectiva de género, en todas las
fases del trabajo: diagnóstico de necesidades, planificación de la propuesta
anual, desarrollo de la misma, evaluación…
·
Analizar y reflexionar sobre los motivos y las circunstancias
por los que es imposible cubrir el equilibrio de género.
·
Antes de empezar a planificar proyectos participativos,
habituales en la programación, analizar el impacto que las actuaciones pueden
tener por separado en mujeres y en hombres, en si las necesidades de unos y de
otras se van a ver cubiertas y si unos y otras se van a beneficiar y van a
poder participar en la misma medida.
·
Trabajar para hacer consciente al alumnado de cómo hombres y
mujeres construimos nuestras personalidades en función de nuestro género. Y
prestar atención para que las propuestas no desagreguen por tareas o funciones
tradicionalmente consideradas “masculinas” o “femeninas”.
·
Utilizar un lenguaje e imágenes no sexistas ni estereotipadas
en todo tipo de actuaciones, materiales didácticos, divulgativos…
·
Mantener una visión no sexista de las capacidades y las
habilidades del alumnado, sensibilizando y educando en igualdad y en buen
trato. Detectar y trabajar las actitudes y comportamientos machistas. Reconocer
y valorar la existencia de múltiples identidades de género. Fomentar la
valoración de la diversidad. Visibilizar las diferentes preferencias
afectivo-sexuales.
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